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La música clásica está ligada en el imaginario colectivo a la ocasión del concierto, la ópera o el recital lírico, con su parafernalia de vestirse para la ocasión y demás. Uno de los objetivos de nuestros cursos es demostrar que no hay nada ajeno a nadie en la emoción de esa música, hecha para ser disfrutada unánimemente por todos los públicos de todas las épocas y en cualquier momento, sea compartido o privado. Hoy podemos disfrutar con el máximo nivel interpretativo de las obras que fueron creadas para ocasiones exclusivas, ya fueran destinadas a un público selecto o masivo. Ni el tiempo ni el espacio constituyen ahora barreras insalvables en esta comunión universal con la belleza. Si la música culta no es solo para las grandes ocasiones, no hay momento capital que no fuera ennoblecido por ella: coronaciones, nacimientos, festividades, tratados, inauguraciones… Cada fiesta tenía su punto álgido en la celebración musical que la solemnizaba, y los monarcas, aristócratas o autoridades religiosas y civiles competían por tener a su servicio los músicos que mejor hicieran brillar su propia esplendor, espiritualidad o patriotismo. La musa del encargo es esa severa institutriz de la inspiración que saca lo mejor de nuestro talento. Desde el Renacimiento a nuestros días, los compositores más creativos han hecho avanzar la historia de la música poniendo música a las ocasiones más históricas, amparados en el patronazgo de quienes querían ver materializada su grandeza en grandes sinfonías, suites, marchas, oberturas, cantatas y demás. Escucharemos las más brillantes obras de cada época en sus lujosas orquestaciones para celebrar con pompa y circunstancia la gloria de un arte que ya no compite parcialmente por justificar una causa o inmortalizar una victoria, sino que celebra el triunfo de la humanidad entera por todo lo alto.

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JAVIER GARCIA-ALMUZARA